CINECLUBES DE CÓRDOBA (104): EL PÚBLICO QUIERE SABER

CINECLUBES DE CÓRDOBA (104): EL PÚBLICO QUIERE SABER

por - Cineclubes de Córdoba
26 Ago, 2016 01:10 | Sin comentarios

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Por Roger Koza

Nunca está de más recordar la vieja intuición de Henri Langlois sobre que el cine es la universidad del pueblo. La mayoría de las películas de cualquier género ayudan a mitigar la ignorancia de la que nadie está exento. Nunca se sabe todo, apenas se llegan a conocer algunas cosas y con suerte se domina una disciplina. Es por eso que ver en el cine un estímulo para la curiosidad es reconocerle ese extraño acceso inmediato a un mundo desconocido que una película dispensa a sus espectadores.

El boca a boca funcionó en este caso. Después de la semana de su estreno, una cantidad considerable de personas pidieron en el Cineclub Hugo del Carril (Bv San Juna 49) que Patria: Iraq año cero se volviera a proyectar. Las 5 horas de duración de la extraordinaria película de Abbas Fahdel sobre los efectos de la invasión estadounidense a Irak en marzo de 2003 no amedrentaron a los espectadores. Creyeron que en ese filme había una oportunidad para conjurar la ignorancia sobre ese país y su cultura, y además sabían que ahí se podía llegar a conocer la contracara de la publicitada guerra contra el terrorismo, al menos el capítulo cuyo guión paranoico redactado por la Casa Blanca se basaba en que el régimen de Saddam Hussein contaba con armas de destrucción masiva.

Cuando Fahdel se entera de que EE.UU. iba a tomar posesión de su país decide viajar desde París a Bagdad para simplemente filmar lo que estaba por suceder; como expresó el director en alguna ocasión, sintió la obligación de filmar. ¿Qué filmó entonces? El antes y el después; es decir, la vida de todo un país previa a una invasión, padeciendo estoicamente el régimen personalista de Hussein, y la reconfiguración posterior de una nación tras el paso y el peso del ejército estadounidense, representante de un poder occidental que pretendía traer más democracia a la región, lo que el filme desmiente de inmediato. Ni el antes ni el después son promisorios, y Fahdel deja constancia de la calamidad de ambos momentos políticos, aunque también de su inconmensurabilidad.

El método de Fahdel consisten en arrancar con un retrato doméstico para ir incorporando otras esferas de la vida cotidiana. Primero la casa familiar, que pertenece a una clase específica; luego suma el barrio, la ciudad de Bagdad y sus alrededores, incluso el filme transcurre en algunos pasajes en zonas rurales y ciudades aledañas. El carácter de un pueblo se revela y con esto más de 30 millones de iraquíes adquieren rostro y palabra.

Un injusto y mezquino comentarista, poco atento a la justificada duración del filme, creyó ver aquí una falta de síntesis por parte del director y además alertó sobre un sesgo de clase en el punto de vista de Fahdel. El director tiene la suficiente lucidez para saber desde dónde mira y tiene la sensibilidad adecuada para sugerir en el propio seno de su familia una diferencia de posición social entre los suyos, además de prestar atención a una cantidad de compatriotas que viven en zonas más carenciadas. La duración, por otra parte, nunca fastidia; es la necesaria para justamente poder abarcar el conjunto de efectos que tiene la irrupción violenta de una potencia extranjera y a su vez dar a conocer una cultura multifacética de la que se suele desconocer prácticamente todo. No hay ni un plano de más en toda la película; nada es redundante, y la pertinencia del montaje consiste en trabajar sobre todas las ventanas que abren contrapuntos y complementos entre lo visto en la primera parte y la segunda.

Patria: Iraq año cero es una película-experiencia. Es una de esas pocas películas que, como decía el crítico Serge Daney, más que verlas son ellas las que nos miran. Esto ocurre en particular cuando el mayor protagonista del filme, Haidar, el sobrino del director, se transforma en su núcleo ético. Su vida y su muerte nos interpela una y otra vez durante el filme y después de él. Difícil será olvidar su curiosidad incesante y su amabilidad para con sus coetáneos. (Viernes, sábado y domingo, a las 18 h, en el Hugo del Carril)

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de agosto de 2016

Roger Koza / Copyleft 2016