Por Roger Koza

Es un signo de época: el cine habla en inglés, y toda película que no esté en el idioma de Hollywood, si tiene la suerte de ser estrenada, dura una semana en cartelera. Por suerte, en nuestra ciudad existen las salas alternativas.

El cine clásico del siglo XXI

Tabú de Miguel Gomes es, sin duda, el estreno del año: intempestivo por su voluntad de establecer un diálogo con la tradición clásica del cine, reinventa el impulso narrativo del cine sin traicionar ni por un instante el placer de ver una película en una sala oscura. La secreta historia de amor entre Gianluca y Aurora, contada en dos tiempos, es un prodigio: tras una introducción melancólica, con una película dentro de la película, la primera parte (“Paraíso perdido”) se centra en la vida actual de Aurora en Lisboa, en vísperas de Navidad, poco antes de morir. Aurora, que parece haber pasado por el mundo sin ninguna alegría ni momentos de felicidad, vive como un fantasma, llena de temores y culpas. Su muerte dará lugar a una revelación (y a la segunda parte, “Paraíso”). El gran amante de su vida les contará a una amiga y a la empleada doméstica de la difunta un pasado romántico no exento de peligros y transgresiones en una colonia portuguesa en África.

Gomes no sólo revisa lateralmente Tabú de Murnau, Trader Horn de Van Dyke, Mogambo de Ford y otros títulos de una tradición excelsa, sino que retoma una poética del relato y se la apropia en sus propios términos. En la segunda parte, donde sólo se escuchan los sonidos del ambiente y cada tanto la voz en off de Gianluca (y de Aurora) y cada vez que los personajes hablan vemos la mímica de lo que dicen, Gomes actualiza el pasado del cine, pletórico entonces de nuevas posibilidades. Cine silente y clásico, cine en blanco y negro, Tabú no es un ejercicio de nostalgia sino una película viviente que cree en el cine y en el deseo irrefrenable de nuestra especie de contar historias. (Cine Teatro Córdoba, del jueves 6 al domingo 9)

Otros encuentros

Villegas

Villegas: sólida y promisoria ópera prima de Gonzalo Tobal. Dos primos de unos treinta años deben viajar de la ciudad de Buenos Aires a General Villegas para asistir al entierro de un familiar. Es un reencuentro no sólo entre ellos sino también con un pueblo cuyo estilo de vida y cuya gente pertenecen a un pasado remoto. El efecto de contraste con las motivaciones actuales de los personajes, uno empresario, el otro músico, es inmediato. Los trabajos de Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi y la puesta en escena son impecables. Véase la secuencia en el granero o el episodio en el que uno de los primos visita a una prima, dos instancias ejemplares de una película que es mucho más de lo que parece. (Del lunes 3 al miércoles 5 en el Espacio Incaa de Ciudad de las Artes)

Profesor Lazhar: el suicidio de una maestra en la escuela donde trabaja precipita una crisis institucional y un trauma personal en la mayoría de los niños, que deben incorporar una tragedia a sus vidas. La reemplazará el profesor Lazhar del título, de origen argelino y refugiado político, y su responsabilidad excederá la mera actividad curricular. Philippe Falardeau consigue evitar los golpes bajos por dos vías: por la simpatía amorosa de su personaje principal y por un respeto irrestricto de la perspectiva de los niños. Notable conquista, película digna. (Cineclub Municipal Hugo del Carril, del jueves 6 al domingo 9)

Esta nota fue publicada por el diario La voz del interior durante el mes de junio 2013

Roger Koza / Copyleft 2013