CINE, POLÍTICA Y DERECHOS HUMANOS

CINE, POLÍTICA Y DERECHOS HUMANOS

por - Libros
11 Ene, 2015 06:01 | comentarios

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LA GRAN ALIANZA

Por Roger Koza

El cine es una invención reciente; la filosofía es la madre de todas las ciencias y cuenta con siglos de ejercicio. Sin embargo, entre el cine y la filosofía existe una inesperada simpatía, como si pudiera establecerse una zona común epistémica en la que los conceptos filosóficos destinados a organizar la visibilidad de la experiencia se solidarizan con el poder del cine, que en su propia lógica produce una nueva visión (sonora) de la experiencia. Cine, Política y Derechos Humanos, un libro nacido a partir de un seminario de grado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, es un ejemplo de esa alianza edificante entre un orden del saber y una forma de representación que también puede comportar potencialmente un saber.

En la lacónica presentación que antecede a los nueve trabajos que articulan este libro colectivo, se lee una declaración de principios firmada por sus dos compiladores: “La apuesta tiene que ver con tomar los filmes no como meros disparadores […] sino como verdaderos lugares de privilegio de la producción de nuevos sentidos para problemas que, al menos en estas latitudes, poseen dinámicas abiertas y en permanente configuración”. No se tratará entonces de usar las películas como mera ilustración de inquietudes teórico-prácticas de la academia (filosófica), sino que más bien se intentará pensar desde y con el cine, a través del discurso filosófico.

No siempre este deseo metodológico se cumple, pero cuando sucede el libro alcanza una fuerza grandiosa. En este sentido, el texto inicial de Sebastián Torres es paradigmático: su lectura sobre Danton, de Andrzej Wajda, con la que se propone pensar qué es el pueblo, esa figura que transmuta después de la Revolución francesa, por momentos parece olvidar la película, o dejarla en fuera de campo. La precisión de la argumentación filosófica tiende a subsumir el filme y el cine en su conjunto en una exposición conceptual que prescinde de la materia de Danton, y es justamente cuando Torres lo recupera en términos cinematográficos que su texto se vuelve intenso y genial. Véase cuando Torres descubre a la guillotina como un personaje conceptual en ese filme e identifica una forma de registro (siempre en un plano contrapicado); ahí puede verse lo formidable de la alianza entre cine y filosofía, porque la “y” que los une está en su esplendor. Dice Torres: “Y sujeto con mayúscula, porque la guillotina, cuya toma se realiza siempre con un plano en contrapicado, replica la monumentalidad de la perspectiva icónica del antiguo régimen; su perspectiva no dista de aquella de los fieles ingresando a las grandes catedrales, de los súbditos mirando al rey”.

Los períodos e hitos históricos elegidos para pensar la genealogía de los derechos humanos y la traición y defensa de éstos son precisos: la Revolución francesa, la genealogía del Holocausto y su perpetuación, y las nuevas figuras de persecución real y simbólica del mundo globalizado contemporáneo: el terrorista y el inmigrante ilegal.

Uno de los grandes momentos del libro reside en el análisis de Un especialista, de Eyal Sivan y Rony Brauman. El texto de Paula Hunziker no sólo es de una solidez notable, sino que trabaja sobre una película clave y poco conocida. La lectura de Hunziker sobre este filme, que es esencialmente una operación de montaje sobre el material de archivo del juicio completo a Adolf Eichmann, funciona como un contrapunto perfecto del famoso libro de Hannah Arendt, Eichhmann en Jerusalén; indirectamente, lo que se plantea aquí es el lugar de la imagen y su relación con la palabra, una solidaridad epistémica y política que ayudar a visibilizar una experiencia que ni la imagen ni la palabra por sí solas pueden dar cuenta en su totalidad, de lo que se predica una confrontación directa con las tesis de lo irrepresentable de los campos, posición de Claude Lanzmann, el director de Shoah, y el filósofo Gérad Wajcman, cuyos respectivos puntos de vista son también problematizados en otros de los capítulos.

El capítulo dedicado a La cinta blanca, de Michael Haneke, es otro buen aporte; Carlos Balzi demuestra un interés genuino por articular el léxico de la crítica cinematográfica con el vocabulario filosófico; la aplicación de “la política de los autores” es evidente, pues ve el filme de Haneke a la luz de toda la obra del director, quien ha trabajado en varias ocasiones en un lugar incómodo y difuso acerca de la enunciación de lo que se ve en sus películas y los efectos indirectos que tiene tal procedimiento en la recepción de éstas. No menos importante es la recuperación, por parte de Martín Iparraguirre y Agustín Berti, de un filme extraordinario como Figuras de guerra, de Sylvain George, obra maestra de combate contra el estado policial global y su persecución a los inmigrantes. Las ideas de Agamben en torno a la biopolítica, a la luz de ese filme, se vuelven más visibles, sobre todo cuando en unos de los pasajes del filme puede identificarse una nueva práctica por parte de los indocumentados en la que éstos borran, literalmente, sus huellas digitales.

Más allá de la propia especificidad de cada texto, hay algo que los une. El tema transversal por excelencia del libro es la representación. Todos los textos, tarde o temprano, se topan con este problema moderno. En el capítulo más cinéfilo del libro y a su vez esencialmente filosófico, el que firma Fernando Svetko, en donde se analiza Historie(s) du cinema, de Jean-Luc Godard, el autor se pregunta: “¿Es posible comprender lo más grave e importante de este mundo a través de la sensibilidad y la imaginación?”. Y luego vuelve a interrogarse: “¿Se puede representar el horror del exterminio?” Todo el libro gira en torno a la representación, y cada tanto surge tímidamente la pregunta de cómo filmar el horror, la justicia y a los ausentes de ayer y de hoy. Sucede que aquí Godard se introyecta en la mirada de Svetko, y el cine demuestra todo su potencial filosófico, instante glorioso en el que el Logos deviene imagen en movimiento.

CINE, POLÍTICA Y DERECHOS HUMANOS. LAURA ARESE-FERNANDO SVETKO (COMPS.). EDITORIAL UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, CÓRDOBA. 128 PÁGINAS.

Este texto fue publicado por la revista Ciudad X en el mes de enero 2015

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