CÉSAR DEBE MORIR / CESARE DEVE MORIRE

CÉSAR DEBE MORIR / CESARE DEVE MORIRE

por - Críticas
21 Sep, 2013 02:04 | 1 comentario

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

LA INVENCIÓN DE LO HUMANO

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César debe morir / Cesare deve morire, Italia, 2012

Dirigida por Paolo y Vittorio Taviania.

*** Hay que verla. 

Vuelven los viejos marxistas de antaño y no hay duda: están en forma y todavía asumen riesgos. 

Después de una película fallida como El destino de Nunik sobre el genocidio armenio, los octogenarios hermanos Taviani vuelven con una película extraordinaria que retoma el gesto neorrealista del cine italiano y lo reinventan con una gracia que sólo es concebible a una edad en que la libertad es soberana. ¿Cómo podría pensarse de otro modo una película que transcurre en una cárcel real y cuyos presos verdaderos ensayan y representan un clásico de la literatura? César debe morir devela en menos de 80 minutos la fuerza de lo real como motor de toda ficción, o cómo la ficción moldea lo real. Una operación estética asombrosa, y en este caso emocionante.

El film empieza en donde termina: la representación del último acto de Julio César de Shakespeare. Bruto busca un voluntario entre sus allegados que le ayuden a quitarse la vida. Ha asesinado al dictador y el peso de aquel acto determina su deseo de morir. En la última escena, Bruto yace muerto. De pronto se levanta y comienzan los aplausos; la obra ha terminado. Con un fundido se pasa de ese instante a un plano donde se muestra la sala vacía. Inmediatamente, el color es reemplazado por la sobriedad del blanco y negro. Los actores regresan a la cárcel, y de allí en más la película se sitúa seis meses antes de la representación de la obra: primero se verá el casting y después los ensayos.

El talento de los hermanos es ostensible: conjuran de un plumazo la tentación de hacer teatro filmado. El método consiste en convertir a la propia cárcel de Rebibbia en escenario móvil de un . Así, la selección del tipo de registro en cada lugar en donde los presos ensayan (patios, bibliotecas, celdas) implica un concepto (cinematográfico) de espacio, una categoría cuyo peso semántico no es menor en la experiencia de un convicto. Una formidable panorámica nocturna sobre la penitenciaría se combina con una secuencia posterior en la que los presos piensan antes de dormir. En otro pasaje, un preso duerme y los Taviani sugieren a través de un plano en el que se ve unas montañas (el que se revela luego como póster de un paisaje), debido al inteligente raccord elegido, que se trata de un sueño. El plano dará lugar a otra secuencia, pero son justamente esos instantes en donde se revela toda la astucia de la puesta en escena.

Ver a los presos obsesionados por el texto de Shakespeare es conmovedor. En uno de los  ensayos, quien interpreta a Bruto se paraliza frente a una escena que implica la súplica de una víctima. Sucede que el texto remite a un episodio de su propia vida delictiva. Mirando a cámara, quien encarna a Julio César, se lamenta por no haber valorado la obra que ahora interpreta durante su época de estudiante. Otro preso dirá: “desde que me familiarice con el arte, esta celda se ha vuelto una prisión”. Esto no es una película. O en todo caso, César debe morir puede ser deconstruida como un documental secreto sobre algunos presos interpretándose a si mismos, un nuevo método terapéutico para reos que parece ganar lugar en Italia, al menos si se tiene en cuenta el caso de Reality, de Matteo Garrone, en el que su intérprete es también un preso, otro film que puede ser abordado como un documental acerca de la sensación física de un prisionero que por unas semanas experimenta una cierta libertad espacial a contramano de su experiencia de encierro.

El crítico literario Harold Bloom dice que “en Shakespeare, los personajes se desarrollan más que se despliegan, y se desarrollan porque se conciben de nuevo a sí mismos”. Aquí, los Taviani confirman que quienes interpretan a esos personajes también se conciben de nuevo a sí mismos. Emancipación espiritual y ejercicio edificante, en este teatro penitenciario los intérpretes de Shakespeare parecen reinventarse. Las celda es un límite infranqueable, pero los presos han encontrado un eficaz sistema de fuga.

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de septiembre 2013

Roger Koza / Copyleft 2013