CANONES Y CANDIDATOS: A PROPÓSITO DEL ÓSCAR Y OTROS PREMIOS

CANONES Y CANDIDATOS: A PROPÓSITO DEL ÓSCAR Y OTROS PREMIOS

por - Varios
21 Feb, 2015 05:31 | comentarios

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Por Roger Koza

Justo en el descanso, previo al último tramo de la representación de De qué hablamos cuando hablamos de amor, el personaje que Michael Keaton interpreta en Birdman entra en pánico cuando su bata queda atascada en la puerta de la salida de servicio que tiene el teatro. Había ido hasta ahí a tomar aire y fumar un cigarrillo. ¿Llegará al último acto? La resolución de la escena pasa por una larga caminata en calzoncillos por las calles de Broadway en un plano secuencia que deja ver tanto la desesperación del personaje como el delirio colectivo en la calle al reconocer a una celebridad desnuda asociada a un superhéroe. Ese tipo de escenas consagra tanto a directores como a actores. La secuencia –es cierto– supone cierto virtuosismo, y además contiene la cuota necesaria de inmolación humillante que suele admirarse en la interpretación de los actores. Es muy probable que la noche del próximo domingo 22 esté entre las escenas elegidas para ejemplificar la calidad de una de las películas más nominadas.

La tradición de los Óscar

Es imposible saber qué piensan los votantes de la famosa Academia, pero a lo largo de los años se pueden observar algunas variables y constantes, lo que constituye un canon, es decir, las películas que validan un tipo de cine y dicen qué es el cine. “Si ganó un Óscar es buena” es la supuesta racionalidad que se desprende de los premios, una tradición que tiene un poder inmenso en el imaginario y en el mercado. Entre las películas ya consagradas, El discurso del rey, Chicago, Shakespeare enamorado, Danza con lobos y La novicia rebelde, por citar un título menos reciente, estarían entre las grandes películas de todos los tiempos, lo que resulta objetivamente un disparate. Un buen ejemplo de un año cualquiera: una película genial como La hora 25 de Spike Lee, narrativamente lúdica y políticamente pertinente, no obtuvo siquiera una nominación en su momento y un bodrio como Chicago, incapaz de ofrecer siquiera un número musical en el que se divise la gracia del cuerpo en movimiento en el espacio, ganó casi todos los premios importantes.

En general, las películas ganadoras oscilan entre una banalidad rampante (El artista) o un manifiesto humanista (sádico) sin matices (12 años de esclavitud). El tema de un filme está siempre por encima de su forma. En cuanto a las interpretaciones, casi sin excepción, se impone la escuela del Método: la caracterización y la mímesis, el sufrimiento físico y psíquico, la gestualidad obsesiva, el histrionismo arraigado en emociones transcendentales son las cualidades que suman estatuillas. Un comediante, o cualquier actor que trabaje lejos de la tradición de la composición de personajes, tiene pocas posibilidades de llevarse un Óscar a su living. Es por eso que El Gran Hotel Budapest, lejos la mejor película de todas las nominadas en este año, no se llevará ningún premio (importante). Es también lo que explica la lógica de la nominación del equipo masculino de sufrientes notables. La psicología dramática y un existencialismo kitsch que tanto gusta en Hollywood –presunto retrato de la condición humana– vencen siempre. El humor es cosa de inmaduros, como si la risa estuviera relegada a una excepción de la conducta. He aquí la filosofía hollywoodense por antonomasia: la gravedad pomposa es la marca del arte cinematográfico.

Lo que sucede con el Óscar no es muy distinto a lo que ocurre con otros premios de entidades afines pero de otros países: los Goya (España), los César (Francia) y los Ariel (México). Las reglas y los criterios se parecen.

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Historia de mi muerte

Los festivales y sus premios

Los premios de los festivales de cine no están tan lejos de la tradición del Óscar, pero las reglas de juego son un poco diferentes. No siempre un tema trascendental se impone como criterio excluyente, y en algunas situaciones se premia la invención y el inconformismo estético.

El Leopardo de Oro en Locarno 2013 para Albert Serra, por su magnífica Historia de mi muerte, está en las antípodas de todo lo que el Oscar consagra; lo mismo podría decirse de la inesperada Palma de Oro 2010 para El hombre que podía recordar vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul. En ambas ocasiones se reconoció un cine que no es un mero sistema de ilustración de los grandes temas de la humanidad, sino un arte autónomo del que se pueden esperar formas novedosas de expresión y representación de la experiencia humana y el mundo circundante.

Pero no siempre es así, pues los Osos que se dan en Berlín, los Tigres que se otorgan en Rotterdam, los Leopardos de Locarno, están siempre a la merced de los jurados, cuyos miembros heterogéneos responden a los distintos intereses de quienes dirigen y producen un festival. No es una lotería, pero tampoco es una ciencia exacta. Nadie hubiera imaginado que un jurado presidido por Tim Burton le adjudicaría el máximo premio de Cannes a un cineasta tailandés. Las imposiciones de la industria, que no son ajenas a los festivales, cada tanto experimentan un revés. Es el momento en el que cine respira y doblega por un rato el servilismo al que se lo incita desde la industria del entretenimiento.

***

Mi voto

Mejor película: El Gran Hotel Budapest.

Mejor director: Richard Linklater (Boyhood)

Mejor actor: Gérard Depardieu (Welcome to New York), pero como no está… Eddie Redmayne (La teoría del todo)

Mejor actriz: Julianne Moore (Still Alice)

Mejor actor de reparto: Ethan Hawke (Boyhood)

Mejor actriz de reparto: Patricia Arquette (Boyhood)

Mejor animación: The Tale of Princess Kaguya.

Mejor documental: CitizenFour

Mejor película extranjera: Ida

Mejor fotografía:Mr. Turner. 

Mejor guión adaptado: Inherent Vice.

Mejor guión original: El Gran Hotel Budapest.

Mejor vestuario: El Gran Hotel Budapest.

Mejor edición: El Gran Hotel Budapest.

Mejor maquillaje: Guardianes de la galaxia.

Mejor Música: El Gran Hotel Budapest.

Mejor diseño de producción: El Gran Hotel Budapest.

Mejor edición de sonido: Interestelar.

Mejor mezcla de sonido: Interestelar.

Mejores efectos especiales:Dawn of the Planets of Ape.

Este texto fue publicado (sin «mi voto») por el diario La voz del interior durante el mes de febrero 2015

Roger Koza / Copyleft 2015