CANNES 2022 (10): EL CRUCERO DEL ODIO

CANNES 2022 (10): EL CRUCERO DEL ODIO

por - Festivales
28 May, 2022 10:49 | comentarios
Una impresión general sobre los premios en Cannes 2022.

El jurado presidido por el magnífico actor Vincent Lindon será recordado por haber vindicado la línea estética más ruin y rudimentaria que propone el Festival de Cannes desde hace décadas. La incoherencia de la programación es cada vez más ostensible y los premios de este año expresan fielmente una fricción en la lógica interior del festival. Las grandes películas que fueron olímpicamente ignoradas por el jurado pertenecen a una línea paralela en la propia selección del festival.

Ruben Östlund

Con alguna que otra excepción, se impusieron mayoritariamente la insustancialidad y el cinismo. La cantidad de premios compartidos revela incomodidad y desacuerdo en el seno de un jurado que no despertaba ni confianza ni respetabilidad. Las resoluciones de empate en reiteradas categorías ni siquiera permitieron que tuvieran premios las películas de David Cronenberg, Kelly Reichardt, Albert Serra, Cristian Mungiu y James Gray, quienes evocaron lo mejor de la tradición cinematográfica y sus posibles reinvenciones en el presente.

Que una película alimentada por el mero desprecio (pero ya lo sabemos: el desprecio suele confundirse con la brillantez) como Triangle of Sadness de Ruben Östlund haya sido reconocida con la máxima distinción permite conjeturar una involución notable de la sensibilidad cinematográfica y la derrota calamitosa del pensamiento político en el cine.

La comedia (por llamarla de algún modo) del cineasta sueco reúne a nuevos ricos y viejos millonarios en un crucero que termina hundido y con sobrevivientes en una isla. Lo que parece ser una crítica al capitalismo sin límites no es otra cosa que la renuncia del pensamiento ético-político en tanto que la filosofía que articula la comicidad de la película de Östlund depende de una misantropía elemental en la que explotadores y explotados del mundo solo son capaces de infligir daños los unos a los otros. 

Lo que apesta en la visión del cineasta es la especie humana, irredimible por donde se la mire. La película ganadora, en este sentido, sintoniza con el espíritu de la época: el odio como sentimiento dominante del espacio social y en todos los intercambios simbólicos, naturalización de una desgracia globalizada que acá encuentra la farsa que le faltaba. ¿Hace falta decir que un film que certifica el orden del mundo, aunque sea para despreciarlo, no es otra cosa que una comedia reaccionaria?

Con este tipo de apuesta, el Festival de Cannes rifa su prestigio y se inclina ante cineastas que apenas pueden ser buenos publicistas que ofrecen lo peor de su época en imágenes pulidas digitalmente. Cannes ha premiado la mercancía visual y sonora de un oportunista más o menos hábil. El cine está en otra parte. 

*Publicado en la web de La Voz del Interior en el mes de mayo 2022.

Roger Koza / Copyleft 2022