CANNES 2009: PARADOJAS CANINAS

CANNES 2009: PARADOJAS CANINAS

por - Festivales
13 May, 2009 12:50 | Sin comentarios

por Roger Alan Koza

Hay una declaración de Agnès Varda, la única dama (belga) del emblemático grupo francés de la Nueva Ola que condesa las paradojas del festival de Cannes y también del cine: “Cannes es al mismo tiempo la cumbre del cine, una feria y un enorme bazar vulgar”. La declaración es precisa, pues indica el rostro bifronte del séptimo arte, su nacimiento maldito: el cine es arte, pero también es una industria. Cualquiera puede escribir un cuento, pintar una tela, componer una canción. Las implicancias materiales son menores. La revolución digital en curso está modificando los modos de rodar, ver, distribuir, piratear; sin embargo, hacer una película tiene sus costos.

UNA HISTORIA EXTRACINEMATOGRÁFICA

Si bien Cannes detenta el título de festival de festivales, no es éste el primer festival de cine del mundo. En 1932, Mussolini concibe el festival de Venecia. Intuye que el cine es un magnífico vehículo de propaganda fascista. En 1938, Leni Riefenstahl, la fálica cineasta de Hitler, triunfaba escandalosamente en la Mostra con su filme Olympia. La creación del festival de Cannes fue una respuesta directa respecto de este avance sobre un arte cuyo poder no se desestimaba: el cine siempre fue más que un espectáculo; tanto su poder emancipador como su carácter manipulador han sido evidentes desde sus inicios.

Así, en 1939, cuando todo estaba listo para la inauguración, con la presidencia honoraria de Louis Lumière, el primero de septiembre de ese año Alemania invade Polonia, e inmediatamente Francia declara la guerra. La primera edición de Cannes quedó postergada. 1946 será el año de su nacimiento.

62 AÑOS DESPUÉS

Miles de personas de todo el mundo visitan regularmente durante el mes de mayo esa pequeña ciudad sureña y costera llamada Cannes. Junto con las Olimpíadas, la noche de los Oscar y el mundial de fútbol, es un evento globalizado por excelencia. Cannes deviene en centro del mundo.

Las calles se disfrazan: los negocios pegan el póster del festival. Hay carteles en todos lados. En la calle Antibes hay pasacalles gigantes, casi siempre con estrellas del cine hollywoodense y francés. Las limousinas proliferan. Los precios se inflan como la vanidad de las estrellas. Un capuchino puede costar 40 pesos. La suite de Pitt y Jolie, 13.000 euros por noche.

El festival tiene dos secciones de competecia: la competencia oficial y “Una cierta mirada”. En la primera compiten los cineastas consagrados: Almodóvar, Allen, Haneke, los Dardenne, Loach, Wong Kar-wai y algún nuevo talento. En esta sección siempre hay dos concesiones: programar algunas películas norteamericanas (con figuras rutilantes) y garantizar alguna película estéticamente radical. En el 2006, por ejemplo, Juventud en marcha de Pedro Costa estaba en competencia; este título esencial para el cine del siglo XXI, interpretado por sujetos marginales que viven en los suburbios de Lisboa, estaba a la par de la globalizada Babel. “Una cierta mirada” reúne a directores más jóvenes y de procedencias más exóticas. Allí se estrenó Hamaca paraguaya, y ahí va este año Ciro Guerra, la promesa del cine colombiano, con su filme Los viajes del viento.

Las funciones de ambas competencias tienen lugar en las salas Lumière y Debussy. Entre las dos, más de 3000 espectadores asisten a una función. Las pantallas son gigantes; más que cines parecen catedrales, aunque la famosa alfombra roja solamente se despliega para el gran teatro Lumière. En la entrada, fanáticos esperan la llegada de sus héroes del celuloide. Pueden estar horas, incluso días, simplemente para ver el paso fugaz de una estrella.

Literalmente debajo de ambos teatros funciona el Marche du filme (Mercado del cine), una suerte de shopping en donde distribuidoras de todo el mundo venden sus películas. La cantidad de papel que se gasta en folletos y material de difusión es obscena; la guía del mercado, por ejemplo, consta de 1100 páginas. Allí también funcionan unos 20 microcines en donde se programan muchas de estas películas.

Cannes establece los negocios y la agenda cinematográfica. Aquí empieza todo. Críticos y programadores de todos los continentes vienen en búsqueda de las gemas del año. Aquí se legitima a los futuros maestros del cine. En otras palabras, Cannes es un eje económico y simbólico que propone discretamente un canon cinematográfico alternativo al que se valida en Hollywood. Negocios, política y estética: un triángulo equilátero que define la identidad del festival de festivales.

BONUS TRACK

LA QUINCENA DE LOS REALIZADORES

La Quinzaine des Réalisateurs

En un inicio, casi en oposición al festival y en respuesta al Mayo Francés del ’68, que radicalizó a los jóvenes cineastas (y críticos) de Francia y países vecinos, la “Quincena de los realizadores” estuvo destinada a estimular el radicalismo estético y político. En la actualidad, algunas películas seleccionadas en esta sección sin competencia participan de una especie de certamen transversal en el que se obtiene el premio conocido como “Cámara de Oro”, destinado a la mejor ópera prima que participa en Cannes. Olivier Père, el actual director artístico, dejará la conducción este año (dirigirá Locarno). Su dirección fue amada por todos los cinéfilos del mundo. Si en el pasado la Quincena descubrió a Herzog, Fassbinder, Oshima y Jarmusch, en tiempos de Père realizadores como Serra, Gomes y Alonso dieron señales de que hay una renovación generacional que honrará un legado.

CANNES 2009

El respetado crítico Robert Kohler ha sentenciado: “Este será un año sangriento”. Los títulos principales –películas de Noé, Tarantino, von Trier, Park, To– así lo sugieren. La ausencia latinoamericana es un síntoma. ¿Será el año de Almodóvar? Lo más exigente de la competencia estará por el lado del taiwanés Tsai Ming-liang y el palestino Elia Suleiman. No faltarán estrellas, polémicas y algún descubrimiento de una obra maestra. En plena crisis económica global y con virus porcinos amenazantes, Cannes no perderá el glamour, ni su público. Todo el mundo espera la palabra mágica: “¡Qué tengan una buena proyección”, como suele decir el políglota Thierry Frémaux, actual director del festival. Y se verá entonces, una vez más, la hojita mítica de palmera proyectada sobre la inmensa pantalla.

Este artículo fue publicado en el mes de mayo 2009 por el diario La voz del interior.

COPYLEFT 2009 / Roger Alan Koza