BERLINALE 2023 (05): DESVÍO

BERLINALE 2023 (05): DESVÍO

por - Festivales
23 Feb, 2023 09:20 | Sin comentarios
Sobre mul-an-e-seo, la última película de Hong Sangsoo.

Tres personajes principales, 61 minutos, 39 planos, y todos, casi sin excepción, están deliberadamente desenfocados. Un lúcido crítico portugués dijo al salir de la función: “Si todo está desenfocado, nuestros pensamientos también deben estarlo”. Había opiniones dispares, poco entusiasmo. ¿Hong defraudó?

La nueva película de Hong titulada en inglés In Water puede provocar desconcierto entre sus fieles y altísima irritación entre quienes vociferan en su contra cada vez que pueden debido al lugar privilegiado que ocupa el cineasta coreano en el universo de los festivales. El encomio y el vituperio son acciones verbales que se escuchan acá, allá y en muchas otras latitudes, reacciones misteriosas para un cineasta que ha hecho de la discreción una estética.

Pero la obra de Hong se defiende sola, y quien se tome el tiempo sin prejuicios para observar la poética singularísima del cineasta habrá de reunir la evidencia para reconocer estrategias formales reiteradas y cambiantes; también, temáticas comunes con ligeras variaciones y breves desvíos inesperados en la agenda. El punto de partida había sido el deseo y la (in)comunicación entre hombres y mujeres que pertenecen a una misma clase social y asimismo a un segmento específico de esa clase ligado al cine y la literatura. En un primer momento, las edades de los protagonistas coincidían con la del cineasta. No había niños, tampoco ancianos. En las últimas películas el arco generacional ha variado y una pudorosa zozobra existencial enraizada en la conciencia de la finitud empezó a permear algunos que otros fragmentos de las conversaciones, acaso el gran dominio del cineasta. Nadie filma como él la vida misma de una lengua cuando se conversa, sobre todo en el intercambio informal; la liviandad que tienen las conversaciones y los efectos invisibles que pueden derivarse de una descripción cualquiera son puntos altísimos de las películas de Hong. En In Water no destella ninguna idea sorprendente, pero sí se puede apreciar cómo una anécdota es reelaborada hasta conformar el esqueleto de un posible film.

Esta vez, un cineasta y también actor invita a una actriz reconocida, compañera de universidad en el pasado, a realizar un cortometraje con un presupuesto bajísimo: 3000 wons, menos de 2400 dólares. Los acompaña otro actor, también estudiante de la misma casa de estudios y alguna vez director de cine que ha abandonado la profesión. La película de Hong se ciñe a la búsqueda de locaciones, a retratos de momentos de recreación en los que se discute sobre cómo puede ser la película y se recuerda el pasado en común, y al rodaje de algunas escenas que coincide con los últimos minutos.

En algún pasaje, el cineasta afirma no ver nada y estar pasando por un momento sin inspiración. Los practicantes de telepatía han visto en esa declaración una confesión oblicua que llega desde la conciencia del propio Hong. El psicologismo hermenéutico no es un método poco practicado, todo lo contrario; a veces hasta se adivina un rasgo del psiquismo de un autor en un zoom. Tal lectura evidencia algo de pereza y falta de imaginación. La otra fácil diatriba a la carta es injuriar al cineasta estableciendo una doble lectura sobre su decisión de un ubicuo desenfoque por 61 minutos: que nunca se pueda ver con nitidez a lo largo de los 61 minutos es porque nada hay para ver en esta película (y en muchas otras). El desenfoque acá desnudaría un pacto de ciegos o una visión nublada por un amor desmedido. (Otra lectura más cognitiva que psicologista sería relacionar el tema del desenfoque a un problema de salud que viene acarreando el cineasta con sus ojos). Pero una película siempre está más allá de cualquier disposición anímica de su director y sus motivaciones.

Lo más interesante de In Water radica en la disolución de la nitidez en la era de un cine digital. Es la época en la que toda imagen desconoce la opacidad y se normaliza en un régimen de transparencia. El brillo como materia central de la textura de cualquier imagen es una política material de las imágenes de hoy; ver la película de Hong como un gag en contra de ese imperativo, o como una resistencia discreta, es un camino posible de defensa.

En el cine de Hong el placer nunca falta; en In Water el placer proviene de todas las escenas en cercanía del mar. En las películas del director se observa siempre una hermosura reticente. Puede ser una secuencia en la nieve, en un bosque, en un templo o al lado del mar, aunque siempre de duración escueta. En este caso, además, la belleza del mar es interrumpida por el desenfoque causado por el indebido uso del lente. Al no verse bien, se percibe una belleza imperfecta, dañada. Hay un plano magnífico en el que los tres personajes están a la izquierda del cuadro, otros secundarios están apenas corridos del centro, y en la lejanía, a la derecha, un último personaje apenas visible se desvanece en su silueta; la composición no es azarosa, más bien indica un concepto y una intención. Ese plano es bastante extenso e irrumpe como una singularidad. En In Water, los planos en el mar son siempre placenteros porque prescinden del imperativo de la nitidez y ponen en consideración una forma de austero impresionismo, acaso amateur y aquí elegido por un maestro. Es como si un cineasta pintor hubiera hecho una película en crayones.

Algo más debe decirse: un cineasta que se presenta con algo como In Water deja en claro que el prestigio no le interesa un comino. Si gana premios o no, si los elogios o los improperios que reciben sus películas son desmedidos, no es su problema. A Hong lo resguarda una ética del trabajo. Filmar con poco todo lo que se puede, filmar lo que se quiere como se puede y seguir sin detenerse probando sin inhibiciones todo lo que se cree necesario para comprender el misterio del cine. De todas sus películas, In Water permanecerá en el inventario de su obra como una rareza de transición.

Tal vez sea pertinente aquí recordar el homenaje que le prodigó Kiarostami a Ozu en  Five, una película rarísima y cuestionada en su momento. Cuando se regresa a esa película, poco importan aquellos reparos iniciales. ¿Quién no quiere volver a ver el gag de los patos y la aparición del reflejo de la luna en un pequeño arroyo? Cuando Hong no esté con nosotros, ¿quién querrá olvidar In Water, quién querrá privarse de mirar todas esas escenas junto al mar?

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BERLINALE 2023

Sección Encounters

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