por Roger Alan Koza

Quienes puedan caminar por las calles de Buenos Aires podrán constatar que la ciudad está empapelada con los afiches celestes del BAFICI, sigla de “Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente”; sin duda, uno de los acontecimientos culturales más destacados del país y el mejor festival de cine de Latinoamérica. Una sentencia acompaña el póster de esta decimosegunda edición: un clásico del futuro.

Así es: más de 200.000 personas pasarán por el festival, en el que se exhibirán, en menos de dos semanas, más de 420 películas de todo el mundo. El BAFICI no sólo congrega a porteños curiosos y cinéfilos, sino que gente de otras provincias y de países limítrofes llega a la ciudad bajo la promesa de ver el mejor cine contemporáneo. Es que se trata de un clásico, porque el mes de abril ya no sería el mismo sin esta cita del calendario cinematográfico. Y un clásico del futuro, porque aquí se pueden descubrir otros lenguajes y estéticas, aunque fundamentalmente el BAFICI funciona como un sismógrafo global: viendo sus películas se puede saber por dónde se estremece y sueña nuestro mundo.

Este año, todas las competencias oficiales prometen un gran nivel. En la selección oficial internacional, La mujer sin piano, de Javier Rebollo, una comedia con reminiscencias del cine de Tati, en la que una mujer madura se toma una licencia de su propia vida por toda una noche, es uno de los grandes títulos. Allí también se verá Alamar, de Pedro González-Rubio, un estupendo documental sobre el reencuentro de un padre (un pescador mexicano que vive en una zona costera en el medio de la nada) y su hijo de cinco años (que vive con su madre en Italia); es firme candidata, y un verdadero milagro cinematográfico, pues la película captura magistralmente un estilo de vida y el amor filial. La obra maestra de la sección se llama Police, Adjective, del rumano Corneliu Porumboiu, un estudio cómico y filosófico sobre la burocracia como organizador secreto de nuestras acciones y subjetividad cuya trama gira en torno al seguimiento de un policía sobre un joven que fuma marihuana, mientras que el agente del orden duda de la pertinencia de su misión.

Como siempre, habrá directores en foco y diversas secciones. Se podrán ver las últimas películas de Sokurov, Rivette, Suwa, etc. Este año habrá mucho cine latinoamericano. Y la polémica ya está instalada: la película de apertura, Secuestro y muerte, de Rafael Filippelli, es una lectura del secuestro de Aramburu.

Foto: 1) Alamar.

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de abril 2010

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