BAFICI 2008 (1)

BAFICI 2008 (1)

por - Festivales
09 Abr, 2008 03:58 | 1 comentario

Seré breve: ya ha comenzado el BAFICI. Hay muy buenas películas, grandes invitados, fiestas, conferencias; hay una gran puesta en escena, al menos todo parece más lujoso en esta décima edición, ahora bajo la flamante dirección de Sergio Wolf. Da la impresión de que el paso a dos dígitos implica un nuevo tiempo. En las próximas dos semanas habrá de perfilarse un nuevo rumbo para este festival que ha cambiado nuestro modo de ver cine.

Repito aquí una crítica sobre el film de apertura que escribiera durante otro festival. En estos días, intentaré llevar un diario del festival. No será fácil combinar mi tarea como programador con la de crítico. Pero haré el esfuerzo, como ocurrió en Guadalajara en el mes de marzo.

Juego de escena, del brasilero Eduardo Coutinho, ganadora en el último festival de Punta del Este y película de apertura del BAFICI, es un ejemplo de cómo concebir el cine desde recursos mínimos pero guiado por un relevante proyecto cinematográfico donde la conversación es el método de indagación sobre el funcionamiento estructural de diversos agentes sociales, lo que está conjugado, a su vez, por una concepción precisa y económica de la puesta en escena.

Algún distraído, como alguna vez alguien me dijera a propósito de la políticamente genial y cinematográficamente rigurosa Hamburger lectures, de Karmakar, podría objetar que la película de Coutinho no es cine porque sus imágenes no tienen movimiento. Una respuesta: el movimiento en el cine debería definirse no por el concreto movimiento de registro sino por una concepción del plano que derive en una movilidad de la percepción respecto de la superficie completa del mismo.

Juego de escena es fundamentalmente una película de entrevistas. A veces se ve la espalda de Coutinho, por lo general está fuera de campo. Se lo escucha. Su delicado modo de preguntar es inconfundible, a pesar de que su voz siempre aparece en un decibel menos que la voz de quien habla en la entrevista. Los planos son fijos. Quien habla nunca ocupa el centro del cuadro, más bien está desplazado hacia la derecha del mismo. Los planos son medios, y se conjugan cada tanto con primeros planos.

A través de un aviso publicitario Coutinho recluta a casi más de ochenta mujeres. Ellas hablarán sobre distintas temáticas de su vida, cuyo espectro es muy amplio pero revela un patrón discursivo, síntoma de un orden simbólico determinado. En esta ocasión, algunas de las historias están retomadas por actrices conocidas y desconocidas, que rehacen y versionan las historias originales. El dilema es que si uno no conoce a las actrices, la distinción entre ficción y no ficción, entre quién interpreta y quién confiesa, entre quién recuerda y quién memoriza, es eclipsada por el procedimiento estético elegido, pero no por ello se diluye la veracidad y autenticidad de quiénes hablan.

Estas mujeres cuentas sucesos traumáticos de sus vidas: embarazos, anhelos personales y excentricidades varias. Pocas veces se articula un discurso social en el libre fluir del habla de las entrevistadas. Las clases sociales están expuestas en el modo de enunciación, y Coutinho, socráticamente, consigue que por ellas hable algo que está más allá de ellas. Llamémosle, la ideología, que habla en el nombre de quién habla.
En un momento hilarante, una mujer expone y explica oblicuamente su dolor como madre (e hija) a través de Buscando a Nemo, lo que revela cuán profundamente cala Hollywood y sus productos en la constitución de la subjetividad. Es probable que la mujer intuye algo de eso, pues desafiando amorosamente a Coutinho por su aversión a los Estados Unidos, le dice: “Usted es medio comunista”.

El film de Coutinho podría ser una objeción a la tesis sobre la hegemonía de los primeros planos, propio de un cine reducido a un mero arte narrativo. La realidad es que los rostros de Coutinho no son los protagonistas de sus discursos. Es el habla el protagonista, y si bien todas las historias que se escuchan son interesantes, lo que se impone es la repetición del orden del discurso y no aquel que cree ser dueño de lo que dice. Un film fascinante, inteligente, una buena elección para abrir un festival como el Bafici.

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