ÁNGELA

ÁNGELA

por - Críticas
29 Jun, 2008 04:46 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

LAS ALAS DEL DESEO

Angela, Francia, 2005.

Escrita y dirigida por Luc Besson.  

*Tiene un rasgo redimible

Lo mejor de este casi aceptable film de Besson es su fondo: París, aunque ni eso ni algunas sugerencias que se desprenden de su trama la convierte en una buena película.

Aunque ambos directores hayan realizado una película sobre Juana de Arco, y si bien la diferencia radica en una sola letra del apellido, la «r»,  nada emparenta el cine de Robert Bresson al de Luc Besson. Un plano de Bresson contiene la quintaesencia del cine francés. Un plano de Besson sugiere su antítesis: un extraño devenir americano. Son dos tendencias reconocibles en la historia del cine galo.

Y sin embargo, lejos de Bresson, Besson ha hecho una película en la que se yuxtaponen ambas orientaciones. Por un lado, retoma ciertos motivos de un clásico del cine norteamericano: ¡Qué bello es vivir! Por el otro, ofrece una película de amor dedicada a París. Son dos películas en una, y es lo que permite ver esta película de Besson con cierta simpatía.

Un marroquí de ciudadanía americana, André, supuestamente involucrado en la importación de aceite de oliva de Argentina y Chile, vive en París y está endeudado. Lo buscan mafiosos de múltiples nacionalidades. Jugador y mentiroso, debe plata y su vida está en peligro. Está quebrado, pero fundamentalmente carece de autoestima. Hasta que un día decide arrojarse al río Sena, decisión interrumpida por otro suicida: una bellísima mujer llamada Angela. Así, en vez de aniquilarse habrá de salvarla, aunque en esa acción habrá también de salvarse.

Como en el citado film de Capra, quien salta primero es un ángel. Pero en este caso no se trata de un ángel bonachón sino de un querubín femenino empilchado para un striptease muy terrenal. Es buena y está buena. Aparentemente, en el cielo, los servidores celestiales no recuerdan su existencia mortal, pero sí gozan de libertad para descender vestidos como se les antoje. Magnífica heterodoxia: una ramera con alas. No hay dudas, la teología de Besson es libertaria, pero esencialmente también cristiana: solo el amor puede salvarnos.

Esta fantasía romántica remite a un film temprano de Besson: Azul profundo, una película en la que un buzo tenía más afinidad con los delfines que con los seres humanos hasta que el amor de una mujer lo convertía en hombre. Este no es el Besson de  Nikita, El perfecto asesino y El quinto elemento, es decir, un misántropo posmoderno.

Pero Ángela es también un paseo por París, y es aquí en donde se sostiene. No es la ciudad de Nouvelle Vague, aunque esté filmada en blanco y negro. Más cercana al París de Antes del atardecer, las decisiones formales de Besson exaltan una arquitectura portadora de una cultura pretérita que subsiste al ímpetu moderno. Las panorámicas regulan las escenas. Este romance, parecen subrayar los encuadres, transcurre en París.

En ¡Qué bello es vivir!, un ángel permitía ver a un hombre cómo hubiera sido su ciudad (en plena depresión del ’30) si él no hubiera existido. En Angela no se insiste en la interdependencia existencial sino en la función del deseo para la existencia. Vivir es desear, y siempre se desea lo que falta: un otro, aunque las plumas dificulten el contacto con la piel.

Copyleft 2000-2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada con algunas modificaciones durante el mes de junio por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.