Cinefilia: un neologismo hermoso de significado inequívoco (amor al cine), aunque su práctica reviste un carácter pluralísimo. La Primer Semana Mundial de la Cinefilia se propone explorar cómo se ejercita ese amor. En la historia del cine, las tribus cinéfilas compartieron panteones de directores, disputaron tradiciones y rivalizaron sobre cómo relacionarse con el cine. Para algunos se trataba de placeres privados susceptibles de compartir; para otros, de una enigmática militancia, incluso cercana a una política. También hubo eximios cinéfilos que intuyeron en el cine una forma de transitar (estéticamente) la propia vida: a través del cine conocían el mundo, a los otros e indefectiblemente a sí mismos. Estas posiciones son probablemente la materia esencial del encuentro o los posibles abordajes que se escucharán sobre qué entender por cinefilia. Pero ¿quiénes son los participantes?

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La insolente denominación del evento es la prueba de su honestidad. Los organizadores-participantes aman intensamente el cine y se disponen a dar pruebas de ello. Vieytes y Miccio, dos escritores libres y cultores de una cinefilia rabiosa, vendrán en representación de Calanda, una heterodoxa revista de cine. Ellos tienen la pulsión de la pretérita deidad Shiva: destruyen para crear; es decir, sienten la misión de desmantelar los consensos y así liberar al cine de ciertas exigencias de “respetabilidad”. Los jóvenes críticos García Candela y Granero, de La Vida Útil, otra revista de cine presente, son los románticos del evento; quieren hallar en el cine la felicidad que el mundo les niega. Los representantes de Revista de Cine (que se publica en papel), Zukerfeld y Solarz, defenderán la naturaleza lúdica de la cinefilia y también dejarán testimonio del cineasta cinéfilo y crítico. La mayoría de los que escriben en ese medio son realizadores. En el nombre de los más cinéfilos cineclubes de Córdoba, Cozza (Pasión de los Fuertes) y Salinas (La Quimera) celebrarán todas las vías posibles de honrar la cinefilia. ¿Qué vienen a compartir?

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Las cuatro jornadas prometen intensas discusiones, descubrimientos cinematográficos y algunas reivindicaciones. Los organizadores del evento, el Cineclub Cinéfilo y el Cineclub Hugo del Carril, lugar en el que la actividad se llevará a cabo, han propuesto tres momentos por cada encuentro: lectura, exposición y debate; proyección y discusión; proyección a secas. Un ejemplo. Cada revista toma un texto inspirador que dé cuenta de la posición tomada frente al término “cinefilia”. Este se lee y luego los implicados agregan algo más que precisará lo que conciben como cinefilia. En otro momento se proyecta una película. Por ejemplo, la hermosa Sueños de hielo de Ignacio Agüero, una de las elegidas; una vez finalizada esa proyección, se la analizará frente al público. Todas las noches se cierran con una proyección. Si hay debate, será probablemente en un bar cercano.

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El término “cinefilia” puede en ocasiones connotar cierto esoterismo o incluso elitismo. Ni los organizadores ni los participantes tienen ese perfil. El gesto por excelencia de cualquier cinéfilo consiste en compartir un hallazgo o vindicar algún filme muy conocido que en su momento fue denostado por razones injustas. Para los que asistan será una magnífica oportunidad para conocer películas desconocidas y también para relacionarse con otras muy conocidas bajo una nueva perspectiva. Que un filme genial de Harun Farocki como La expresión de las manos esté programado junto a Revólver, obra maestra de Sergio Sollima, la elegante Metropolitan de Whit Stillman y La pistola desnuda de David Zucker, entre otros, sugiere la democrática polifonía cinéfila de las jornadas. Todo tiene espacio en el universo cinéfilo. A estos títulos se sumarán otros de To, Renoir, Ferroni, Herzog, Ferreri y Walsh. Cine de género, de autor, clase B, películas de cineastas consagrados e ignorados; todo vale para el cinéfilo, y lo que importa aquí es saber por qué.

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Un cinéfilo inigualable, que seguramente será citado por varios de los participantes (para retomalo como inspiración o también para desacralizarlo y cuestionarlo), el gran crítico Serge Daney, recibió una carta de un filósofo amigo que decía: “Ha llegado usted a ir al Japón en busca de Kurosawa para verificar cómo el viento japonés agita las banderas de Ran; pero, como ese día no hacía viento, constata usted en su lugar miserables eolios que —¡milagro!— añaden a la imagen ese suplemento interior indestructible, en suma, esa belleza o ese pensamiento que la imagen conserva porque no existen sino en la imagen, porque la imagen los ha creado”. Ese tipo de relación con el cine atañe a los cinéfilos, una subespecie de los homínidos implumes que han visto en el cine un suplemento vital para sus vidas. Del jueves 1 al domingo 4, desde las 15.15 h en adelante, en el Cineclub Hugo del Carril (Bv. San Juan 49) se sentirá como nunca la pasión de los cinéfilos. Quien asista no permanecerá inmune.

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Este texto fue publicado por La voz del interior en el mes de marzo de 2018

Fotogramas: Serge Daney

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