AMANCAY

AMANCAY

por - Críticas
13 Sep, 2022 12:40 | Sin comentarios
Una película sobre sentimientos y amistades.

Criaturas sintientes

En la conversación, a través de las palabras, se aprende a reconocer la variedad de sentimientos que determinan sin más cada día que pasa. En el cine, los sentimientos suelen subordinarse a las acciones de los personajes que sostienen un relato que avanza hacia alguna resolución. En Amancay, hay pocas acciones y el relato no está concebido para que crezca y alcance un clímax. Ninguna revelación final, ningún conflicto central enhebra la gracia de las escenas. El conjunto de secuencias tiene otro cometido; casi todas se empeñan en delinear variaciones de la vida efectiva escogiendo la amistad como vínculo preferencial y el diálogo como ejercicio ineludible en el que se indaga acerca de la opacidad de los sentimientos. ¿Cómo distinguir sentimientos? ¿Cómo tener certezas afectivas?

Los protagonistas centrales son un hombre y una mujer, ambos actores, de una misma generación y asimismo representantes decorosos de una emblemática clase media porteña. En algún momento, él visita un cementerio, en otro revisan cartas pretéritas de su padre al lado de su madre y él también intenta contactarse en una sesión espiritista con el difunto. El padre es una ausencia que siente. En las conversaciones con su amiga la sexualidad es una constante, una experiencia vital que no conjura paradójicamente los peligros de la muerte. Fenecer por tener sexo es posible, al menos si no se tienen los cuidados sanitarios que deben observarse cuando los compañeros amorosos son cambiantes. Por su parte, ella practica flauta, repasa textos que tiene para memorizar, trabaja, visita a otras amigas y también la pasa bien teniendo sexo con un compañero. Basta el acopio de escenas como las descriptas para respaldar un relato breve y atenerse a lo que importa.

Nadie puede acceder a la verdad de un sentimiento sin el auxilio desinteresado de otro al que se le confía en la palabra y la escucha aquello que no es enteramente evidente en la propia conciencia. Cada conversación en Amancay prescinde astutamente del plano y contraplano y se filma a una cierta distancia. El plano medio elegido en todas las ocasiones respeta la intimidad del diálogo de quienes hablan. Elegir una forma para registrar la palabra denota un razonamiento estético. Lo mismo sucede con las panorámicas de los edificios de Buenos Aires y los dos hermosos travellings en contrapicado para observar los árboles de la ciudad. La apuesta formal de la película revela a un cineasta.

Las virtudes cinematográficas y la fuerza humanista de Amancay vindican lo mejor de la tradición del cine independiente argentino del siglo XXI. En esa tradición se afirma la película de Máximo Ciambella, en esa misma tradición también tropieza con un límite. El pliegue en la intimidad ha sido la quintaesencia de los independientes; y en eso que Ciambella respeta a rajatabla –el escenario privado de la vida anímica– despunta una zona de confort que obstruye una posible mayor trascendencia de sus planos delicados.

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Amancay, Argentina, 2022.

Escrito y dirigido por Máximo Ciambella.

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* Publicado por La Voz del Interior en el mes de septiembre 2022.

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Roger Koza / Copyleft 2022