CRUZADAS

CRUZADAS

por - Críticas
24 Abr, 2011 04:00 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

LA COMEDIA DE LA DECADENCIA

 

Cruzadas, Argentina, 2011

Escrita y dirigida por Diego Rafecas

° Sin valor

Tal vez se trate de un suicidio artístico, quizás de un acto de presunta libertad por parte de un director siempre con objetivos espirituales, muy activo y poco modesto, que alcanza con su cuarta película, Cruzadas, momentos insólitos de pena y torpeza, en donde la vergüenza, sentimiento dominante ante su relato, resulta insuficiente para sopesar un espectáculo en el que el desprecio alcanza una perfección modélica. 

Los estrenos nacionales, como nunca, ocupan las salas. Algunas películas son mejores que otras, pero todas resultan comprensibles en relación con sus objetivos comerciales y estéticos: el revisionismo histórico de Revolución es ostensible, el retrato de la clase media de Un cuento chino es deducible. Cuando la semana que viene se estrene De caravana, película honestamente popular, nadie tardará mucho en adivinar que la interacción de clases es su tema preferencial. Los Marziano, la película más desafiante por su elegancia e inteligencia, en algún sentido, no está lejos de De caravana: el encuentro entre dos hermanos es también el reconocimiento de dos modalidades de vida.

Pero Cruzadas, la cuarta película de Diego Rafecas, es un verdadero OVNI. ¿Qué es exactamente esta película? Por lo pronto, su universo televisivo y esotérico, matizado por un misterioso estilo retro, elude un análisis veloz. ¿Quién es su espectador? ¿Qué predica en esta oportunidad su director?

La historia es casi un sketch: el dueño de una mega holding mediático (E. Pinti), supuestamente de más de noventa años, tiene dos hijas (mayores), una reconocida (M. Casán), la otra no (N. Guevara). Una pertenece al directorio y tiene un hijo en silla de ruedas obsesionado por la televisión; la otra administra una bailanta y también tiene una hija, que desea acríticamente la fama. La muerte del magnate llevará a que las dos hijas se conozcan y disputen la herencia. Habrá matones, peleas y una previsible reconciliación. Cada tanto se pronunciará una máxima con mensaje (por ejemplo, sobre la manipulación de las masas a través de los medios), y se citarán miembros extraordinarios de la especie: Krishnamurti, la Madre Teresa, Gandhi y Brian Greene.

Cruzadas es involuntariamente experimental y bizarra: los flashbacks y los flashforwards van y vienen, los tiempos de las escenas son irregulares y la concepción cromática del filme alcanza lo sublime ridículo en un número musical imaginado por Pinti en donde su escribana, su amante y todo el directorio bailan al compás de la cumbia villera un tema cuyo estribillo reza: “un cortadito y un porrito”. El humor televisivo, siempre sexual y guarango, se sintetiza en estas encantadoras líneas: “Tengo dos perritos y uno es gay”, dice Pinti. Responde su asistente: “¿Qué marca?”. Remate del cómico: “Marca porongo”. El gag más sofisticado, dividido en dos escenas, involucra un consolador sonoro. El fuera de campo y la aparición diferida del artefacto, en este contexto, es casi una exquisitez.

Del esoterismo light de Un buda, pasando por el reviente de Rodney y el miserabilismo de Paco, hay una constante en el cine de Rafecas: la decadencia y una espiritualidad difusa destinada a conjurarla. Decadencia social, política, religiosa y estética, y su contracara perversa y necesaria en la que se sucumbe a una esperanza en un impreciso trasmundo (desde donde nos habla Pinti en la última secuencia) incompatible con la vida y la materia.

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior durante el mes de abril 2011

Roger Alan Koza / Copyleft 2011