30 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2015 (12): BIENVENIDOS AL LENGUAJE: ACERCA DE 88:88

30 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2015 (12): BIENVENIDOS AL LENGUAJE: ACERCA DE 88:88

por - Críticas, Festivales
03 Nov, 2015 03:05 | Sin comentarios
88887

88:88

A mi amigo Haden

Por Roger Koza

La película más exigente y radical del festival se titula 88:88 y es la ópera prima de Isiah Medina, un director canadiense nacido en 1991, cuyo título remite a un tipo de numeración asociado con la imposibilidad de pagar cuentas, descripción oficial de la película que es pragmáticamente inútil para acercarse a este experimento visual y sonoro fascinante, fuera de cualquier clasificación inmediata y canon contemporáneo que lo legitime. Frente a 88:88, la pregunta baziniana “¿Qué es el cine?” tiene una actualidad insospechada.

Primer evidencia empírica: el sonido se libera enteramente de tener que relevar o reforzar la imagen; el plano los une solamente en la medida de su fugaz duración; van juntos pero no al mismo tiempo. En efecto, toda la película reclama a los oídos y los ojos una nueva configuración receptiva en la que la síntesis no es perceptiva sino afectiva y conceptual: 88:88 es como una lección exhaustiva en donde se aprende aquello que los pianistas naturalizan respecto de la independencia de sus manos, pero en este caso la disyunción se da entre el sentido de la vista y la audición. Segunda evidencia: no hay aquí voluntad narrativa, en la medida en que todo relato exige como un principio una lógica de continuidad. Ante todo, lo que se impone en 88:88 estriba en observar el fragmento como un todo, ya que la sucesión apenas existente constituye un efecto perceptivo y determina, eventualmente, un sentimiento de suspensión, acaso la experiencia de estar en el mundo dominante en la lectura de Medina.

Dos referencias posibles: el Godard de Adiós al lenguaje y el viejo Mekas y sus películas de siempre. La separación del sonido y la imagen recuerda al último Godard, pero también a cualquier DJ entrenado en el hip hop, mientras que las pocas situaciones que se repiten (momentos de ocio junto a los amigos, situaciones amorosas de tres parejas que a su vez son amigos entre sí, una cotidianidad ordinaria que contrasta con la exposición de libros de filosofía exigentes, la mayora de Alain Badiou, a quien se lo cita varias veces) se sitúan en Winnipeg y sus personajes pertenecen a la franja más proletaria de la juventud. En el fondo, 88:88 es un diario, pero un diario de una subjetividad propia de nuestra época digital, proclive a la inmediatez, fragmentación y asociación permanente.

Frente a la velocidad de los planos y sus yuxtaposiciones frenéticas se puede llegar a tener la idea de que el film de Medina es un flujo caprichoso indetenible, pero una lectura atenta podrá descubrir un esquema de repetición que ordena imperceptiblemente la profusión de planos, algunos de gran elegancia, como aquel en el que se divisa un grupo de gaviotas y que sin aviso se funde con otro de partículas de polvo diminutas suspendidas y diseminadas en una habitación, en ese momento en que la luz del sol revela la existencia material de ese fenómeno tan insignificante como hermoso.

Roger Koza / Copyleft 2015