29 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2014 (13): LA MERAVIGLIE Y THE DUKE OF BURGUNDY

29 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2014 (13): LA MERAVIGLIE Y THE DUKE OF BURGUNDY

por - Críticas, Festivales
29 Nov, 2014 08:34 | 1 comentario

LLEGANDO AL FINAL

Meraviglie

La miraviglie

Por Santiago González Cragnolino

El jueves, mientras River le ganaba a Boca, sucedía el otro evento fundamental del día: se pasaba Don’t Go Breaking My Heart 2, continuación de la obra maestra de Johnnie To, uno de los mejores directores vivos. Lo que hace To es redoblar la apuesta de la película anterior y hacer la comedia romántica para terminar con todas las comedias románticas, un triángulo amoroso que se convierte en un pentágono y un tributo a la creatividad humana aplicada a cosas tan diversas como escalar montañas, construir rascacielos, hacer trucos de feria y malabares y, evidentemente, hacer cine. Una vez más, bajo el aspecto de una película industrial genérica, hace una obra descomunal y que lo pone en pie de igualdad con prácticamente cualquier otro cineasta importante. Es hora de que algún festival importante le dé a To el lugar que se merece. No se trata de una cuestión de status solamente. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si la película de To compitiera por un premio con la de Costa?

Bajando a tierra, la competencia finalmente llegó a sus últimas dos películas. La primera, la italiana Le meraviglie, dirigida por Alice Rorhwacher, es la historia de una familia que vive en una granja apicultora. Su protagonista es Gelsomina, la hija mayor, que está entrando en la adolescencia. Ella debe soportar la convivencia con su numerosa familia, las exigencias de su demandante padre y los cambios vitales que vienen con entrar en esa etapa insoportable de la vida. La meraviglie no sólo es un retrato íntimo sino que también es una película sobre una comunidad, la de los granjeros que viven cerca de la región de la Toscana. Y no es una película sobre el oficio, sobre la apicultura, pero tiene un moderado interés por mostrar algo de su arte y algunos de sus trucos.

Es difícil señalar un solo conflicto central porque en realidad son varios que se mezclan entre sí, por la complejidad de la situación familiar y lo delicado de su situación económica y la de la región, mientras los granjeros soportan los embates de la economía y la movida turística amenaza con desplazarlos. Aparece una solución momentánea cuando llega a la zona un canal de televisión que quiere hacer un reality show en el que distintas familias granjeras competirán con sus productos y sus historias por la simpatía del público, con la recompensa de un premio económico. Hay un pasaje inteligente y de mirada sutil en el que, en medio de la playa en la que chapotean Gelsomina y sus hermanas, aparece un productor de televisión que les pide silencio. Las chicas lo siguen y se encuentran que junto a una cascadita en la montaña hay un montón de gente vestida de toga, tocando arpas y posando. No se trata del rodaje de una película de los Straub, sino la filmación del spot publicitario del show. Cuando aparece el personaje de Monica Belluccci caracterizada cómo una diosa etrusca de pelo blanco, Gelsomina queda fascinada no sólo por el descubrimiento del premio que ofrece el programa, sino también por la escena, la gente trabajando en hacer posible la filmación y por la presencia femenina de Bellucci. Es el momento en el que Gelsomina, alter ego de la directora, en medio de ese artificio ridículo y hermoso, descubre el poder de las imágenes.

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The Duke of Burgundy

Después de las abejas seguimos con los insectos en The Duke of Burgundy del inglés Peter Strickland, donde una entomóloga sádica que vive en un lujoso castillo en la campiña, humilla sistemáticamente a su empleada. En realidad se trata de un juego de roles en el que la aparente víctima es la que planea paso por paso las degradaciones a la que la somete su amante, que con el correr de la película se ve cada vez más insatisfecha en la relación, cada vez más complicada.

El director de The Duke of Burgundy hace un cine de imágenes súper estilizadas, a veces amenazantes en contra punto con una música de tintes pastorales y voces femeninas (en apariencia) inofensivas. Si bien su estilo puede resultar un poco trillado, el director siempre tiene alguna imagen sorprendente bajo la manga, con superposiciones que trastocan la percepción y planos sinuosos y seductores, y también algo de humor para revitalizar la película. Su mejor momento, el momento más complejo de la relación amorosa y sexual que confunde roles y posiciones, es una pesadilla que abre con un travelling hacia la oscuridad de la entrepierna de la entomóloga y se sigue entre imágenes monstruosas de los bichos y de los miedos de las protagonistas, con un lenguaje que es el de una película de terror alucinada. The Duke of Burgundy, cuando no es un muestreo de los fetiches del director, es un ejercicio en hipnosis que tiene algo de verdadero en su mirada extraña del desamor.

Santiago González Cragnolino  / Copyleft 2014