AQUEL QUERIDO MES DE AGOSTO

AQUEL QUERIDO MES DE AGOSTO

por - Críticas
01 May, 2010 03:47 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

HISTORIAS POPULARES

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Aquel querido mes de agosto / Aquele querido mês de agosto, Portugal, 2009.

Dirigida por Miguel Gomes. Escrita por Telmo Churro, Mariana Ricardo y M. Gomes.

**** Obra maestra  

Una de las grandes películas de la década y uno de los directos más promisorios de su generación.

¿Por qué el cine portugués contemporáneo es el mejor cine del mundo? Precedidos por João César Monteiro y el inmortal Manuel de Oliveira, que a sus 101 años estará presente con su última película en el festival de Cannes, Pedro Costa, João Pedro Rodrigues, Sandro Aguilar y Miguel Gomes constituyen la vanguardia del cine contemporáneo.

Formados en cinematecas, como antaño sus colegas franceses de la Nouvelle Vague, los cineastas portugueses entienden muy bien la esencia popular del cine, y sin embargo, sin jamás ser crípticos, custodian la modernidad del cine frente a las fuerzas mercantiles que pretenden hacer de él un mero espectáculo (global) de masas.

El segundo largometraje de Miguel Gomes, Aquel querido mes de agosto, ganador del BAFICI 2009, es una película inclasificable. ¿Una ficción de naturaleza documental? ¿Un documental camuflado en términos de ficción? Esta epifanía de la vida misma en fotogramas parece ser en su primera hora una recolección de relatos y fiestas populares, a veces interrumpidos por una escena recurrente: un productor discute con un director el diario de filmación de una película y la (in)fidelidad al guión por parte del realizador. El título y el tema son los mismos del filme que estamos viendo. Gomes y el productor se interpretan a sí mismos.

Así, un encuentro de motoqueros, conciertos nocturnos que bien pueden remitir al cuarteto cordobés, procesiones religiosas, la proyección de un filme de terror interpretado por habitantes de la región, y personajes que cuentan historias extraordinarias del lugar constituyen un collage viviente de Arganil, una región del centro de Portugal, popular destino estival para lusitanos y extranjeros, en donde viven no más de 4000 personas. Gomes parece traducir en imágenes la historia oral de un pueblo, crónicas que atraviesan el imaginario de los pobladores y que suelen transferirse al texto de las canciones que interpretan muchas bandas musicales de Arganil y otros parajes.

Más tarde, la supuesta historia del filme empezará a ocupar espacio y tiempo en el relato. El productor deviene en personaje y será el padre de una adolescente virgen. Ella vivirá un romance con su primo mientras éste y su familia pasan sus vacaciones en Arganil. Un melodrama edípico e incestuoso repiquetea en el relato: la hija es casi idéntica a su madre, que quizás abandonó al padre por otro hombre o tal vez fue secuestrada por un alienígena. En una confrontación musical, los versos de los copleros explicitarán la tensión edípica, aunque nada habrá de perverso aquí: es el dolor de un hombre adulto aferrado a su hija como sostén emocional.

Hay varios pasajes memorables y la elegancia circunspecta de Gomes se puede corroborar en casi todos sus planos. Un incendio, el modo de filmar la ejecución musical, los maravillosos fundidos encadenados en los que la pareja de jóvenes se va difuminando con los paisajes y éstos con otros lugares demuestran la sensibilidad exquisita del joven director. El misterioso plano inicial en donde un zorro intenta capturar unas gallinas es quizás una metáfora del cine como un arte de cazar lo real en su indetenible transitoriedad, plano que será complementado por una discusión cómica y filosófica entre Gomes y su sonidista sobre las posibilidades del cine de capturar (objetivamente) lo real. ¿Hay sonidos fantasmas? ¿Qué significa capturar el sonido real? El director le reprocha algunos sonidos que no pueden haber sido registrados en donde estuvieron filmando. El sonidista replica: “Cuando la gente normal está escuchando cosas insignificantes, inútiles, la novela en la televisión, los ruidos en el restaurant, Benfica, deportes, no sé qué, yo no puedo escuchar esas cosas, no estoy ahí, entonces para mí no existen. Yo también podría quejarme, cuando voy a un café. ‘Ah! Estoy escuchando cosas que no existen…’ También podría quejarme porque están alterando la realidad”.

En la senda de Renoir y Tati, Gomes quizás no haya conseguido del todo realizar una “especie de musical de Minelli”, en clave popular y no ciudadana, uno de sus objetivos previos al rodaje, pues la película excede ese género clásico de Hollywood en el que la felicidad y la fantasía son la regla. No obstante, Gomes ha canalizado la música cósmica de una región del universo. Su película vibra en los sonidos de Arganil y nos brinda una imagen de nosotros mismos, animales narrativos, que en nuestro deseo de ficción intentamos conjurar la insignificancia del universo.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La Voz del Interior en el mes de abril 2010.

Roger Alan Koza / Copyleft 2010